Cada día es un milagro, abro los ojos y descubro una nueva posibilidad de ser mejor, de cambiar lo que he hecho mal. Sin embargo y me hago cargo de esto, a veces uno desperdicia tantos milagros, tantas oportunidades!, ya ni siquiera recuerdo cuantas veces me he levantado mal humorada, cuántas veces que querido que termine el día por mi fatalismo temprano y cuántas otras he detestado a mis hermanos criticándoles quizás lo mismo que poseo, la ceguera, el egoísmo, los temores, la competencia. Me pregunto de qué dependerá que podamos avanzar en la dirección correcta sin desperdiciar tantos momentos, y disfrutando lo que la vida nos regala, de qué dependerá que podamos tener esa lucidez antes, y a veces también me he equivocado al pensar que el dolor es lo que nos detiene, pero al fin he comprendido que hasta el dolor hay que saber vivirlo, porque es parte de la magia porque sin sentirlo no podríamos saborear la felicidad.
Extrañar nuestras pérdidas, sufrir en el dolor, agotarnos en el cansancio, dormir con sueño, reír con alegría, agobiarnos con el stress, ahogarnos sin aire, llorar con pena, y no desperdiciar UN SOLO sentir, sino que vibrarlos, pulsar a través de él. Para que algún día nuestras arrugas y nuestras canas hablen realmente de la vida que tuvimos, para que algún día nuestros ojos reflejen aquello que guardamos dentro, esos recuerdos intensos de lo que hemos construido a lo largo de los años, trascender en la memoria de los que amamos con bellos y sublimes momentos que regocijen a quienes dejamos cuando ya no estemos para abrazarlos.
Cambiarnos porque queremos que el mundo cambie, y como dijo Ghandi debemos ser ese cambio que queremos ver en el mundo....
Queda tanto por descubrir aún, tanto!